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Críticas y notas acerca de La Simultanea

Una ventana – El nudo
28-05-09
Vestidos hechos personas

Obras con autoría y dirección de Carmen Kohan

En el Espacio Ecléctico se presentan dos espectáculos de “títeres para adultos”.

Claro que hay que aclarar, en primer lugar, que en sentido estricto no responden a lo que habitualmente se entiende por títere, para el lego, es decir, no son antropomórficos ni siquiera son zoomórficos, digamos que en realidad son vestimentas...
En Una ventana, partimos de un perchero, sitio en el que las prendas de vestir conviven de manera amigable o no tanto. ¿Qué sucede cuando a un vestido se le da por salir de su universo? La pelea con las otras prendas de vestir ¿son causa o consecuencia de su decisión?
En fin, un vestido que decide desprenderse del perchero y salir al mundo.
Mundo, literalmente hablando, porque el recorrido es extenso. Con pequeños íconos reconocemos los lugares que recorre.
Recurren a una técnica de varilla pero para un objeto que se percibe como poco consistente y sin embargo le dan el cuerpo que no tiene, en sus movimientos remeda metonímicamente a una persona (las mangas son los brazos).
En una decisión de construcción de sistema profundamente homogéneo el universo que construyen es de ropas, telas negras y perchas. Hay un juego constante con las formas para que estos escasos elementos materiales se multipliquen y se transformen, de percha a ventana, de percha a barco...
Es indispensable mencionar que no hay palabras, aunque sí sonidos humanos y música.
Los músicos acompañan casi en escena, interpretando pequeñas piezas musicales, y desarmando ciertas músicas para convertirlas en otra cosa, nos demuestran que se puede sacar sonido de cualquier objeto, y cuando uno deja de mirar, casi absorto, lo que sucede con las perchas y los vestidos (y los titiriteros de negro, que están y que no están) atiende brevemente a la magia de estos músicos que están ahí para que veamos de dónde provienen sus mágicos sonidos.
En El nudo, ya no hay perchero, pero sigue habiendo ropa, de nuevo, ropa de hombre y de mujer, la pieza es un tanto más pequeña y el recorrido es menos extenso. Tal vez, el compartir el programa le quite algo de protagonismo, porque como algo del universo se parece y algo se diferencia, construye entidad con menos fuerza.
En este caso, el motivo del conflicto no es “humano”, en el interior de un vestido aparecen enredados los hilos de los que está hecho, pero la reacción y la “mirada” de la otra ropa, es absolutamente humana: se burlan y la discriminan (no olvidar que en escena hay vestimentas) hasta que descubren que todos tienen lo mismo, ese revoltijo tejido, en su interior.
Absolutamente metafórico, sin personas remiten a las personas y a sus conflictos.
Aunque es cierto que se trata de una pieza corta, creo que se disfrutaría más si se despegara de Una ventana, porque la sorpresa del objeto se pierde y me parece que un trabajo tan bello no se lo merece.

Mónica Berman



Secuencias de un anonimato, Nota Beatriz Abelleira 07/11/2012

Títeres  para adultos

En el sutil lenguaje de los títeres para adultos, descubrimos las secuencias que anuncian el despertar de las señas de identidad. En el escenario de la sala Apacheta, en el cual la iluminación va perfilando a los protagonistas de la pieza, se desarrolla el antiguo mito del amo y del esclavo. Esta representación nos podría conducir, de alguna manera, a considerarlo en una perspectiva de género ya que el grito de una mujer es sofocado por la sustitución de las marcas de identidad: su rostro y su vestido. Y allí comienza su ingreso a la zona del abuso y el sometimiento.

¿Cuál es el saber de una esclava? ¿Se trata del misterio de la vida, de la semilla que germinará gracias a la fertilidad de la tierra y por obra de un hacer sin pausa? La música envuelve, mientras el mutismo marca su presencia, apenas atravesado por las alabanzas y las órdenes del amo.

El fondo de un negro impenetrable aloja la magia de quienes darán vida a los objetos que narran la historia. En la configuración objetal, tanto el amo como la esclava denotan un cuerpo mutilado. Por lo tanto, a ambos les falta algo. La esclava padece y acata hasta que su descanso se puebla de imágenes. El amo compite en su eterna insatisfacción y abuso de poder.

La escenografía divide el espacio. Detrás del velo se encuentra el yugo y la habitación para el descanso. Allí también se gestará el despertar que dará lugar al cambio. Atravesando el velo, la libertad. Un gesto, una estrategia harán posible el cruce. Y ya no habrá lugar para el despojo de lo que devuelve al origen y encuentra la salida.

El fruto ya no pertenecerá al amo. Ya no habrá lugar para la apropiación, si la apuesta es un acto de libertad.



SECUENCIAS DE UN ANONIMATO – octubre 2012

Una obra que plantea las relaciones entre los seres cuando el que tiene el poder oprime y priva de la libertad a los que están bajo su mando. Una de las interesantes aparentes consecuencias es que, no importa la causa, oprimidos y opresores son  prisioneros y ambos están irremediablemente solos.

Una obra que expresa la manera dolorosa en la que el poder destruye la persona y ahoga el crecimiento de su alma por buscar otras cosechas.

Mediante originales títeres, armados sobre parte del cuerpo de los artistas,  nos presentan seres que se sienten incapaces de ser amados por lo que son y no permiten a los demás ser ellos.  Hay quienes niegan la voz de los que están a su cuidado  alzando sus discurso vacío y monocorde por sobre el murmullo de la vida que medra naturalmente.

Muy buenos los títeres, la forma de seres incompletos, la superposición de máscaras,  ¿cuantas son las máscaras?.  poco a poco descubren los esclavos de qué manera sacarse las máscaras y lo débil de la red que los detiene….

Una interesante escenografía, conforma el lugar de trabajo y el dormitorio de una de las esclavas creando una sensación de prisión mental, no real… El trabajo con las luces que marca el comienzo de la búsqueda  también es muy bello

Lo que me quedó es la sensación que tenemos multitud de máscaras, tantas que no nos conocemos de verdad….

María Inés Senabre



Secuencia de un anonimato


La indiferenciación
Obra con dramaturgia y dirección de Carmen Kohan

El título nos invita a suponer un camino hacia “ser anónimo”. El espacio remarca la condición a través de una muestra de máscaras blancas, expuestas, casi idénticas entre sí.

Ante los ojos del espectador se plantean dos espacios visibles, uno donde descansan las telas desechadas, de colores y donde las máscaras mencionadas presiden el universo; el otro, detrás de un límite transparente pero en apariencia infranqueable, donde el color no parece tener lugar, donde se busca borrar las diferencias, es en ese lado donde transcurre la acción.

Los personajes que habitan la frontera oscura son de dos clases: unos, dominantes, flexibles, pura máscara blanca, cuerpo alargado y extensible, suben, bajan, se curvan, rodean, su carácter es invasivo y  tienden a envolver de manera circular; los otros, se articulan en doble materialidad, una zona de humana, la de la manipuladora y otra, objeto-muñeca.

Somos testigos, en el inicio, de la transformación: cómo se uniformiza su atuendo, y se oculta su rostro tras la máscara. Es decir, cómo se establece la indiferenciación.

Estos seres de doble condición son sometidos a un trabajo mecánico y siempre idéntico a sí mismo, de tal modo que cuando llega el momento del descanso, los movimientos se reproducen en el aire inútil y sistemáticamente.

No es necesario decir lo potente que deviene la construcción de este universo que remite a lo femenino, a lo femenino dominado en busca de un “fruto”, aislado, sin posibilidad de trascender una frontera que la deja del otro lado de la libertad. En fin.

El trabajo plástico es fascinante, y la resolución de problemas vinculados con la iluminación, en ciertos momentos en que no puede aceptarse una iluminación totalizadora, también. La dramaturgia se revela historia, palabra y silencio para este universo de objetos en particular.

Un trabajo verdaderamente interesante de Carmen Kohan, que ya había sorprendido como directora con Una ventana y El nudo, entre otros trabajos.

Mónica Berman



Secuencias de un anonimato es un muy buen espectáculo de teatro de títeres para adultos con dramaturgia y dirección de Carmen Kohan que puede (y vale la pena) verse por sólo tres sábados más a las 23.00 horas en Teatro Beckett.

Lo más interesante y bien logrado es el aspecto visual, estético, el diseño del espacio y las luces, la elaboración de los títeres y las máscaras, el uso de proyecciones, el trabajo corporal de los intérpretes...
Hay una notable cantidad de ingredientes que conforman este espectáculo y que están bien trabajados, lo que hace la experiencia sumamente atractiva, fascinante, por momentos mágica y -si uno se lo permite- se convierte en un "viaje" especial porque el lenguaje del títere tiene algo muy único que nos lleva a un lugar de expectación muy profundo.
Todo el conjunto que podríamos llamar "dirección de arte" y/o propuesta estética global, así como lo actoral interepretativo (lo que hacen los cuerpos sumado a lo que hacen las máscaras y títeres) está ajustado, preciso, realizado con buena técnica y "funciona" dotando al espectáculo de su potencia.
Se podrían plantear algunas reservas en el plano de lo sonoro (no lo musical, que va muy bien), en lo sonoro/verbal, en el uso de la palabra hablada y en el modo en que se hace. Por un lado, porque no pareciera ser que "haga falta" en términos de que el material sea inteligible. Lo que se "entiende" se entendería -tal vez- igual sin las palabras. Y por otra parte porque no es lo que mejor hacen los intérpretes, mucho mejor dotados para sus actuaciones físicas y su trabajo con los títeres/máscaras. Algo del registro puede producir cierto ruido; y la fascinación que se produce cuando trabajan en silencio o con música se pone en riesgo cuando hablan "de más".

Pero más allá de reservas y opiniones/gustos personales, no hay dudas que en Secuencias de un anonimato, todos los miembros del equipo han hecho un muy buen trabajo en términos de técnica, de lenguaje y de arte. Y también en lo dramatúrgico, en tanto la  "historia" que se cuenta y el modo cómo ésta es presentada convocan nuestra atención.

Muy recomendable para sumergirse en un lenguaje poco habitual para la mayoría de los espectadores, pero de profundas resonancias, y en una historia que se despliega en torno a la identidad y la supresión de la identidad, el poder y la sumisión, y que sabe hacerlo de un modo simple, poético, bello, sin estridencias ni solemnidades.

Christian Lange



Secuencias de un anonimato  Llevar un uniforme no necesariamente le hace a uno honorable, sino que, desgraciadamente a menudo, proporciona el anonimato para el asesinato en masa.

La obra trata sobre el Poder y la Identidad, el uso y abuso, la imposición de identidades ajenas a los individuos, o sea un anonimato inalterable.
Una metáfora de varias situaciones similares en la historia de la humanidad.
Una obra donde el foco se centra en la manera de contarla, a través de actos cotidianos: soledad, descontento, indignación, injusticia e incomunicación.

El universo de los títeres, no siempre es valorado en su justa medida en el ámbito de las artes escénicas. En particular, cuando de espectadores adultos se trata. Es un ARTE que se ha  encasillado en el territorio infantil.
Esta obra justamente rompe con ese esquema, y ayuda a la exploración de ese talento, logra conmover y transformar a los adultos con una poética distinta, con una gran sensibilidad.

Historias que son como canciones visuales, cada una va tocando diferentes sensaciones y temas.
Un recorrido por los seres humanos y sus miserias, con un lenguaje de acciones y metamensajes hacia el espectador. Imposible quedarse indiferente, por más que tenga un claro apunte hacia la falta de características diferenciales, el trabajo plástico.

Se presentan como realizadoras e intérpretes Ana Arensburg, Nina Franco, Elsa Gire Péchayre, utilizando la síntesis, el simbolismo, los silencios y la música como herramientas para expresar sus diferentes relatos de estos varios personajes, títeres con una gran interpretación actoral, transmiten sus estados sensibles  y ponen “momentos visuales” maravillosos.

Logrando conectar una química y una dinámica única, de gran percepción sobre el mundo de los objetos.

Un trabajo interesante de Carmen Kohan, audaz, sorprendente y muy atractivo la creación del libreto. Verdaderamente muy logrado la construcción del teatro, buenísima escenografía compuesta por elGrupo Enebra, Carmen Kohan.

La confección y fabricación de los títeres muy buenos, su vestuario, su actuación con actitudes corporales, las voces, los objetos, etc. Todo Muy Bueno.
No puedo dejar de destacar que todo lo mencionado, se luce aún más por el impecable desempeño de luces y sonido.

Silvina Brandana



Secuencias de un anonimato, la pérdida del color

Hay muchas maneras de decir que dos mujeres fueron esclavizadas, despojadas de su identidad y obligadas a trabajar para seres funestos. Mujeres a las que se les arrebató el color para reemplazarlo por un anónimo blanco. Lo maravilloso del arte es que puede crear belleza hasta con el material más deleznable. Y en esta creación nos permite pensar lejos de los shockeantes titulares de la televisión y abordar el tema desde la emoción.

Carmen Kohan, responsable del espectáculo, eligió títeres y una fuerte apuesta a la belleza visual que requiere del espectador entregarse a una sutil secuencia de imágenes que resumen, con calma y entrega como el artesano que delicadamente va enredando hilos hasta lograr un tapiz, cómo es eso de perder la identidad.

Es muy elogiable la coherencia estilística del espectáculo en el que no hay una nota fuera de tono. Una melodía sumamente interesante que muestra una elogiable búsqueda de plasmar, utilizando una estética que hábilmente combina lo infantil con lo tenebroso, la reacción subjetiva a un tema que hoy está en la agenda social.

"Imágenes de un anonimato" es como un sueño que, como tal, nos envuelve, nos muestra imágenes imposibles en la vida real, no responde a todas nuestras preguntas y nos sumerge en un tema a través de un relato fantástico. Una muy grata creación que nos pide, como espectadores, preparar nuestra sensibilidad para apreciar la propuesta.

Martín Fernández Tojo

La Simultanea

Compañía de teatro de títeres y objetos 

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